martes, 25 de agosto de 2015

Auvers y el rompecabezas de mil piezas

   Hace muchos muchos años un amigo me regaló un rompecabezas de una pintura famosa. No sé si eligió ese regalo por que era de Van Gogh, o por que me encantan los rompecabezas. Ni siquiera es mi cuadro favorito, tal vez no lo tenían en la tienda. Quizá solo le gustó ese y ya. Es la imagen de una iglesia cuya entrada no aparece por ningún lado, con unas ventanitas altas y los techos todos chuecos. A la que se llega por un caminito sin perspectiva del lado derecho. O se sigue el sendero izquierdo, pero por ahí el observador se topa con una señora de espaldas con gorrito blanco que parece estar levantándose las enagüas que le estorban para caminar, quién sabe. Todo esto bajo un imposible cielo azul, imposible también de olvidar.

   No sabría decir cuántas veces armé y desarmé ese puzzle, sola o con mis hermanas. Lo que si sé es que fueron tantas que nos lo aprendimos; sabíamos las piezas, los cambios de colores grises, los azules y todas queríamos poner la pieza que parece una letrita T. Sabíamos todo, menos cómo pronunciar su nombre: L’Église d’Auvers-sur-Oise.

   La semana pasada nos amaneció el sábado con ganas de salir de la ciudad por un día, nomás que no sabíamos a dónde ir. Ahí fue cuando se me ocurrió el "vamos a llevarle flores a Van Gogh" y nos lanzamos a Auvers-sur-Oise, a unos 45 minutos de París.

   Auvers es un pueblito como de 6 cuadras, como de 7000 habitantes, muy bien conservado. En el siglo XIX llegaron muchos artistas a descansar o a curarse de sus males, pero sin duda su habitante más famoso fué el pintor de los girasoles, y eso que solo vivió ahí un par de meses. Auvers le dio tal inspiración, que Van Gogh pintó como setenta cuadros, desde mediados de mayo a finales de julio de 1890; casi una pintura diaria, hasta que murió, en circunstancias no muy claras.

Estación de trenes. Con sus girasoles.


Aquí vivió Vincent Van Gogh y aquí también se empezó a morir. 
Ahora es un restaurante, pero la sencilla habitación que ocupaba se puede visitar, 
previa cita y por una no muy módica suma.

   Como nos fuimos sin planear nada, no llevábamos mapa. Como nos estacionamos medio lejos, no nos fijamos que la oficina de turismo estaba a unos pasos de la estación de tren, asi que nos perdimos un par de "highlights". Debo decir que ni falta hace: no solo el pueblo es pequeño, cada lugar que hay que admirar tiene un letrero mostrando el cuadro asociado. De manera que el visitante puede ver lo que el pintor observaba y su interpretación, casi casi en la misma posición. Por ejemplo:

El ayuntamiento.



Las tres casitas.


   Una de las pinturas más conocidas de esta etapa es la del campo de trigo, supongo que por que se cree que fué su último trabajo, pero en realidad no queda muy claro tampoco. No deja de ser impresionante tenerlo enfrente (otro día escribo eso), cuando se contrasta con la realidad es aun más conmovedor.

Una veredita triste.

El campo de trigo.


   A unos metros se encuentra el cementerio. No llevábamos flores. Solo admiración. No había nadie.



   La impresión que nos llevamos de Auvers-sur-Oise fue muy positiva. La vuelta nos encanto, comimos rico, caminamos mucho, lo pasamos bien, sobre todo porque no había mucha gente y pudimos andar por ahí y por allá sin demasiados asiáticos alrededor. Como dije, nos faltó visitar un par de lugares, como el Musee de l'Absinthe (¡!), hay que dejar algo para la próxima. Y ¿qué pasó con la iglesia? Ah pues está así, con su caminito y sus ventanas. Su puerta escondida, su reloj. Con su reproducción de la pintura al lado, que es como mi rompecabezas. El rompecabezas que conozco muy bien. Hasta me tomé una foto ahi:



No sonreí más, pero estaba muy contenta.

   Finalmente, un pilón de fotos desordenadas:















domingo, 2 de agosto de 2015

Turisteando

¿Primera vez en París?

   Recomiendo ir lo más pronto posible a ver la torre Eiffel. Así ya ves si cumple tus expectativas, la admiras o la odias. Te tomas tus fotos. Y por fín te aventuras a conocer todo lo demás, que es mucho.

   Puedes ir a Trocadero (que es donde la gente se toma fotos como si tuvieran a la torre entre sus manos y asi) con una alta probabilidad de que en tus imágenes salga el codo de un extraño, o una sesión de fotos matrimoniales de asiáticos que se casaron hace dos años. O puedes ir directamente a echarle un ojo a las filas y decidir si subes o no. De cualquier modo debes saber que habrá carteristas, timadores y vendedores ambulantes acompañándote en todo momento. Sugerencia: cómprales algo a los vendedores; son buena onda y al menos te darán algo a cambio por tu dinero. Tienen los “recuerditos” más baratos que en las tiendas y finalmente los siguientes que te encuentres te dejarán en paz cuando les enseñes y digas “mira, ya compré”.

   Sin embargo existen otras maneras de dar el rol por ahi y con vistas chidas. Por ejemplo, hoy, primer domingo de agosto, queríamos ir al museo Quai Branly y había que ¡oh! Pasar por la mentada torre y sus hordas de gente. Tomamos la trayectoria de mínimo esfuerzo: voie Georges Pompidou. Para llegar ahi, se toma la línea 6 del metro con dirección Étoile y en lugar de bajarse en Bir-Hakeim o en Trocadéro, se sale en la estación Passy.



   Una vez afuera se bajan las escaleras que están a la derecha, se camina unos metritos por debajo del puente y ya a la izquierda está el camino Pompidou. Desde ahi se puede ver esto:


No está mal, eh?

   Miren, esta imagen la agregué por que salen los únicos dos turistas que nos topamos en el camino. Bueno, aqui les dejo más fotos.

Ahi toy yo.


Animalitos en el Sena. El agua está clarita!


Se puede hacer picnic y todo.

También hay cosas feas.

Gente.

Los únicos vendedores alrededor, y no te acosan.


Finalmente, la única foto que tomé del museo, que está muy interesante, otro día les cuento.
Ahi nos leemos pronto.


miércoles, 11 de febrero de 2015

domingo, 3 de agosto de 2014

Pastel de limón

Estoy a la mitad del cuarto libro de la saga "A song of ice and fire" y cada vez que mencionan a Sansa me dan ganas de comer sus "lemon cakes". En realidad se me antojan muchos otros platillos, pero ¡no voy a cocinar jabalí con manzanas y hongos! Ya decidida a intentar al menos algo más accesible, hace como un mes busqué en la red alguna receta facilita del mentado pastel de limón, me encontré una y la usé, pero no me acuerdo dónde la leí.  El resultado fue delicioso, esponjosito y adictivo.




Ingredientes:

5 huevos
300 g de azúcar
1/2 taza de crema
Ralladura de 3 limones*
1 pizca de sal molida
80 g de mantequilla sin sal, derretida
240 g de harina cernida
1/2 cdita. de royal.

Procedimiento:

1. Precalentar el horno a 180°. Engrasar el molde y tenerlo listo. Puede ser un molde para panqué o uno redondo de unos 26 cm. O una bandeja de muffins.

2. En un bowl grande, batir los huevos, azúcar, crema, ralladura de limón, sal y mantequilla derretida, en ese orden.

3. En otro recipiente, mezclar harina y royal, o pueden cernirse juntos según la prisa que tengan. Agregar poco a poco al bowl que tiene la mezcla del punto 2, hasta que se integren bien.

4. Vertir la mezcla en el molde ya engrasado y hornear por a) 45 minutos si se uso el molde redondo; b) unos 35 minutos si se usó el molde para panqué y c) entre 25 y 30 minutos para los muffins. En cualquier caso el tiempo es una guía, obviamente el pan debe verse doradito según su preferencia y hay que revisar con un palillo que esté cocido por dentro, ya saben, lo estándar.



sábado, 19 de julio de 2014

Arts et métiers

     El Arts et Métiers es un museo algo ñoño pero muy interesante porque tiene la misión de preservar instrumentos científicos e inventos; maquetas, diseños, primeros modelos, etc. La colección comprende más de 80 000 objetos por ahi guardados en alguna bodega y una pequeña muestra, los más chidos obviamente, se encuentran en las instalaciones de lo que antes era el priorato de St Martin des Champs*, o lo que queda de éste. 
      



      Las siete salas temáticas albergan, por ejemplo, receptores telegráficos, las primeras cámaras fotográficas, relojes del siglo XVIII, telares, modelos de excavadoras, maquetas arquitectónicas, una máquina de vapor de Watt, una pila columnar de Alessandro Volta, el avión no.3 de Clément Ader, un Ford T, unas Pascalinas, un ciclotrón de Joliot-Curie...




      No se por qué cuando vi esta bici pensé en Vaquera...


      Ahi está también el modelo original de la estatua de la Libertad. Yo creo que los franceses de ese entonces se arrepintieron de haberla regalado,  como que les gusta mucho. Como que no quieren que se olvide quién la hizo y dónde la hicieron. Esto explicaría el encontrárse no una ni dos si no tres veces por la ciudad (cuatro, si se entra al museo); la grande al final de la Île aux Cygnes, la más visitada, tal vez, en el Jardín Luxembourg. Y la tercera, la que menos sentido tiene, en la placita de la entrada al museo indicando que ahi adentro, en la iglesia-museo, está "el original". 

     La Uno


      Y luego, el péndulo de Foucalt. Pensaba escribir una entrada aparte, pero también pensaba leer primero el libro de Eco y nomás no veo claro. Que no se pierda la esperanza.





    Musée des Arts et Métieres: metro arts et métiers, línea 3 u 11 
                                                (la estación está my chida, también vale la pena).
    Precio: 6.5 euros


    *Leyendo sobre el priorato de St Martín des Champs, me topé con estas líneas en Wikipedia: "The priory maintained a major presence in the religious and social life of Paris. It became the site of the last officially sanctioned trial by combat in France in 1386, when both the king and the Parliament of Paris authorized such a contest between the knights Jean de Carrouges and Jacques Le Gris, when the former charged the latter with raping his wife." Qué perrón, ¿no?







jueves, 8 de mayo de 2014

Grande Galerie de l'Evolution

   Hace un par de semanas fuimos al Muséum National d'Historie Naturelle que se encuentra en el Jardin des Plantes. Es, digamos, un enorme jardín botánico con varios edificios alrededor albergando diferentes secciones, en un espacio de veintitantas hectáreas en el barrio 5. Yo quería ver la colección de minerales y piedritas que tienen en el museo de mineralogía pero ¡adivinen! está cerrado por remodelación... Como este es el año de la cristalografía parece que están preparando una gran exhibición y total que no se puede entrar. Muy amables, eso si, tomáronle foto a algunas de sus piezas y pusiéronlas en sus jardines. Triste consuelo.  Nos vimos forzados a tomar el plan B: elegir otra sección del museo. Entramos a la Gran Galería de la Evolución.

Jardin des Plantes.


Otra vista de los jardines.

   La verdad no era lo que esperábamos debido a que me equivoqué de edificio y por tanto de galería. "Vamos a ver fósiles, pues" dije y, chale, lo que había adentro eran animales disecados. Muchos. Es impresionante, sobre todo porque son colecciones históricas del antiguo museo de zoología. De hecho en un rinconcito cerca de la cafetería, en el segundo piso, tienen los primeros especímenes de la colección (¡!) Ya no recuerdo de qué año eran; la galería se construyó en 1872 por que necesitaban un lugar para poner el millón de animalitos que ya tenían... En fin, el lugar estaba lleno de familias, muchos chiquillos y muchas carreolas. Tiene una sección infantil con precio adicional y aún así había fila considerable. La mayoría de las explicaciones están en francés, lo que hace suponer que mucho de su turismo es nacional. 


La galería




   Hubo dos cosas que encontré tanto interesantes como tristes. Hay una sala de especies en peligro de extinción o de plano ya extintas. Detrás de las vitrinas de cristal, en un ambiente sombrío (las lámparas son muy tenues), están los animales que fueron y que ya no son. Ahi está el esqueleto y una reproducción "très réaliste" del dodo, las tortugas gigantes de Rodrigues, el ciervo de Schomburgk, el emú negro australiano... De por sí el ánimo es lúgubre, salí bastante agüitada. Y todavía falta un piso por recorrer.


Este si está expuesto al sol porque es una reproducción.





   La segunda cosa triste que encontré triste me la topé en el último piso: un rinoceronte negro, cuya historia iba a resumir aqui hasta que me la encontré graciosamente descrita en esta nota, que explica grosso modo lo que en el museo documentan como origen de semejante pieza. Sus ojitos sin vida hacen que me sienta mal por haberme equivocado (¿debimos, tal vez, ir al invernadero?¿A la sección del hombre?) pero bueno, al menos ya se los presenté y ya están advertidos. Cerca de las escaleras, para finalizar el recorrido, el rinoceronte nos despide de la gran galería de la evolución. No se si quiero volver a visitarlo.


Hola Rino. Adios Rino.


Museo nacional de historia natural
(Jardin des plantes)
metro: Austerlitz, Censier Daubenton y Jussieu.
precio: gratis a los jardines, 7 euros entrada a la galería.





lunes, 14 de abril de 2014

Boeuf Bourguignon

  Esta receta de res con vino de Borgoña es un clasicazo de la comida francesa. Este fin de semana nos animamos, por fín, a cocinarlo y la verdad es que es una pinche delicia. El plato toma tiempo pero es muy sencillo de preparar y me parece que no sale tan caro. Creo que es una receta perfecta para una ocasión especial que se puede preparar un día antes, con tiempo y con calma para no estresarse el mero día. Además sabe aun más rico recalentado ¡qué alegría! Mientras lo veía ahi tan lindo dentro del horno me acordé de esa película llamada Julie & Julia y creo que es precisamente el platillo que a Julie se le quema por quedarse dormida... ¡Asegúrense que esto no les pase!

                                                         La foto del "antes", digamos.

Nosotros cocinamos exactamente estas porciones y claro que ahora llevamos dos días cenándolo, pero no importa porque está riquisímo. Se puede acompañar de pan rebanado, de una pasta sencilla o de papas al horno. Hélo aqui.

Ingredientes para 4 a 6 personas:

Aceite de girasol
80 g de mantequilla
200 g de tocino en trozos
1 kg de carne de res para guisar, cortada en dados de unos 5 cm
2 dientes de ajo grandes
1 zanahoria pelada y cortada en dados
1 puerro lavado y rebanado
1 cebolla finamente picada
2 cucharadas de harina
sal y pimienta
350 ml de vino de Borgoña (un pinot noir, por ejemplo)
500 ml de caldo de res (nosotros usamos un cuadrito de Knorr disuelto en agua caliente)
1 cucharada de puré de tomate
1 ramillete con 2 ramitas de perejil, 2 ramitas de tomillo, 2 hojas de laurel y una ramita de apio
12 cebollitas en vinagre
12 champiñones medianos

Preparación:

1. En una cazuela grande que pueda ir al horno se pone a derretir una cucharada de aceite y unos 50g de mantequilla. Cuando esté caliente se añade el tocino hasta que cambie de color pero sin dorarse. Se saca el tocino y se reserva. En esta misma grasa se pone a sellar la carne por todos lados sin que se queme, claro. Se puede hacer por tandas para que quede doradita. Se saca y se reserva también.

2. Ahora se desecha esta grasa, excepto un par de cucharadas. En este aceite se sofríe el ajo machadado, la zanahoria, el puerro y la cebolla picada, hasta que la cebolla se vea tierna. Aqui se espolvorea la harina y se salpimenta al gusto. Deje rehogar por dos minutos.

3. Añadir el vino, el caldo, el puré y las especias. Se deja hervir removiéndolo de vez en cuando. Ahora se agrega la carne y el tocino y se pone a hervir lentamente. Cuando comience a hervir se tapa y se mete en el horno precalentado a 150°C durante dos horas.

4. En una sartén a fuego medio-alto se saltean las cebollitas y los champiñones en unos 30 g de mantequilla hasta que esten doradas. Se le añade a la cazuela en el horno y se deja cocer por 30 minutos más o hasta que la carne esté suave. Rectificar de sal.

5. Se saca el ramito con las yerbas. Se le espolvorea perejil picado y listo.

                                                           Foto del "después". Así nos quedó.